viernes, 23 de diciembre de 2011

Más y más.



No sabía muy bien lo que hacía
cuando decidió sellar el mundo,
quedarse dentro y contemplar como
los pedazos de cielo
se precipitaban al fin sobre todas las cosas.

(No pienses, sé fuerte)


Lanzado por quién sabe qué expectativas,
cuando apenas si sabía andar,
jamás supo permitirse el parar,
y descubrir cualquier otro destino
que la necesidad de huir a una postal.

(Esfuérzate, complace)


Ha recorrido uno por uno cada vagón,
y al llegar al último, en verdad el primero,
se da cuenta de que la ruta,
de retos, exigencias y mandatos,
no trae consigo compañeros de viaje.

(Date prisa, no existas)


Su fiel cama, arcón de frío ego,
se hizo añicos también,
y, con ella, su colección de pieles:
ese mismo primer polvo,
echado tantas y tantas veces.

Heart vs Brain
(No sientas, no te acerques)


Teniendo todo cuanto se impuso,
ahora tiemblan las patas de su vida,
no encuentra un solo recuerdo
capaz de hacerlo parar:
todos, todos, todos, son de cristal.

(Sé perfecto)


El corazón que con más fuerza late
carece de aurículas y ventrículos.
Ignorándolo, te viste del revés.
El corazón que nunca se oye
está en un laberinto de masa gris.


miércoles, 7 de diciembre de 2011

Dormido en sueños


Sabía muy bien lo que hacía al sellar el mundo, quedarse dentro y contemplar cómo los pedazos de cielo se precipitaban al fin sobre todas las cosas. Decidió hacerse daño recordando, con una profusión de detalles que hasta ese momento se tenía prohibida, los días que las palabras de ella habían iluminado dando forma de presente a las imágenes más imposibles. Tocó su risa apoyado en sus manos y perdido entre sus dedos. Evocó también cuando eran capaces de contener el aire con el firme propósito de no romper puente alguno a un descanso más profundo, aun con la absoluta certeza de que ningún sueño sería capaz de superar a la mejor de las fantasías.

Desearon usurparle a la vida el pedazo suficiente de tierra firme sobre el que el sueño más grato pudiera reposar para no desprenderse jamás del tacto de cada poro, reconocidos, uno a uno, bajo todos los fuegos; de la música de cada jadeo, dictado imposible de enjaular en el interior de un pentagrama; del impacto de cada latido, y las nuevas esquirlas, hundiéndose en ellos a cada golpe, inyectando más deseo; de los sabores densos, y las notas de olor, de sus cuerpos.

Dejar a la memoria hacer su trabajo trae consigo el riesgo de vivir, todo lo que quede de vida, el mismo momento. Ahora no necesita más que una maleta para los cuatro trastos que creen que va a necesitar y que ya le han ayudado preparar. Va a dejar atrás cosas de las que nunca había pensado desprenderse. Observa como lo hacen convencidos de que es lo único necesario para él. Es indiferente al interior de la maleta. Satisfecho de no haber olvidado, de llevar lo importante tan adentro como desea, porque eso ya no depende de nadie más que de él. Así que se deja llevar.

Entra en el coche sin atender a la casa, no ha cerrado él su puerta, no necesita despedirse de ella y no echa la vista atrás cuando el coche emprende su marcha. Aceleran y recorren las calles del que había sido su barrio, mira a los hijos de algunos vecinos de los que tampoco pudo despedirse. Recorren una ciudad de la que apenas le importa acordarse, unas avenidas transformadas, incapaces de guardar recuerdo alguno, que ya no son por aquellas por las que paseó de joven. Quizá, si le consultaran, aceptaría pasar por el lugar en el que se crió; no obstante, es mejor así, no podría distinguir a uno de sus hermanos en algún rincón conocido que aún existiese.

La ciudad va quedando atrás y el coche se adentra en unas débiles montañas que pronto dejan espacio a un valle, en el centro del cual se distinguen dos enormes cajas de hormigón. Será allí donde aguardará despierto, donde desplegará sus recuerdos como único e indispensable equipaje, donde recordará sus formas, por entonces, y para siempre, tan suaves y perfectas como su adiós. Dormida junto a él.


viernes, 16 de septiembre de 2011

Nos



Siento que me debo una vida 
de admiración transversal, 
de fuerza compartida, 
de candidez expelida, 
de mirada animal. 

Sé que me debo una vida 
de reencuentros a oscuras, 
de ilusiones futuras, 
de enfados muy hondos, 
de comprensión sin fondo. 

Me debo una vida 
de necesitarnos, 
de vivirnos y mostrarnos 
y sin reparos arrastrarnos.


(Desclasificada y perdida desde el 09/01/2010)

martes, 9 de agosto de 2011

Asalto

Devorar, asaltar y romper
calles, plazas y esquinas
mientras mi mente yace
en su laberinto sin salida.

Presa, no del ingenuo reloj
ni del tiempo que le empuja,
sino de la razón
y del sendero que dibuja.

Alma de ti embriagada
breve, somera, lejana,
que surcas frívola
los antojos de la envidia.

Ante mí grácil, sutil
y perniciosamente varada;
huye, vuela, vete
asesina de mi calma!


(Enero 2010)


Vampir, Edvard Munch

martes, 2 de agosto de 2011

Extraño

El aullido de una sirena. Tic tac. Dos jóvenes ardiendo por vez primera. Tic tac. Un motorista embestido por su final. Tic tac. Un juez anega un camino. Tic tac. Dos firmas juntas para dos vidas nuevas. Tic tac. Una caja de cedro naufraga entre lágrimas. Tic tac. Primeras sumas de un niño entre nubes de lápiz. Tic tac. Una ruleta, que gira y juega y gira y roba. Tic tac. Papel moneda entre los dientes para vestirse de nuevo. Tic tac. Un autobús se demora. Tic tac. Una cornisa, un salto, un vuelo. Tic tac.

Tic tac. Ni ciclo, ni camino. Fogonazos superpuestos, descompasados, ajenos los unos a los otros en sublime comunión. Tic tac.

Tic tac. Capote y sol y capote. Tic...

martes, 19 de julio de 2011

Erick, final del camino

Explicarle este final a Ellen, precisamente hoy. Pero debo darle la carta que ha dejado. Debería intentar brindarle aliento, ofrecerle una explicación a la que aferrarse para no perderla, de algún modo, también a ella. Pero ni siquiera soy capaz de encontrar razones para mí, para no sucumbir yo. Somos humanos y, como tales, podemos ser insensibles rocas capaces de hundirse irremisiblemente en la primera ciénaga del camino en lugar de bordearla. Siempre había admirado de Erick esa granítica expresión de control. Quizá hacía mucho que se había borrado de su cara y no me había dado cuenta.

Jamás tuve la impresión de que debía preocuparme por Erick. Supongo que les tenía demasiado respeto a él y a su hermetismo. Era Erick, joder. La insensible roca Erick. El autosuficiente Erick. Erick y sus ilusiones. Erick, el que me animaba a buscar allí donde nunca me atrevía, a no conformarme sólo con lo que veía. Qué paradoja. Qué mal me enseñaste a hacerlo, Erick. Mi amigo y su segura imagen rotos para siempre, de pronto, sin haberme dado cuenta de nada. Ahora queda lacerarme hasta entender que, cuanto en él veía, no era sino lo que yo necesitaba que él representara para mí.

Para él todo era relativo, poco espacio dejaba para las cosas blancas o negras, y los hechos volvían a darle la razón incluso ahora que la había perdido del todo. La mayoría necesitamos organizar todo aquello que encontramos a nuestro paso, bien sean hechos, acciones o ilusiones, bien sean propios o ajenos. Queremos que las cosas sean blancas o negras, buenas o malas, amadas u odiadas y, de esta forma, poder ir apartando a uno u otro arcén cuanto encontremos. Hemos de transformar nuestro grácil caminar en una carrera lineal, sin obstáculos, limpia, que nos permita recorrer la recta de tribuna con un gesto de absurda suficiencia. Erick no era tan simplista, en su camino también había trastos apartados a uno u otro lado del camino, pero eran los menos. Él avanzaba armonioso por una vía que resultaría impracticable para los demás. Así como yo aparto a un lado a quien se equivoca y me provoca un perjuicio, también va al arcén opuesto aquel que me brindó un día su apoyo o a quien creo que merece mi estima. Y allí se quedan. El resultado, según Erick, en cualquiera de los casos, no era otro que el del olvido, impedirme dar con la realidad relativa –como tanto le gustaba decir– y que, por haber clasificado, odiaría para siempre sin recordar porqué o amaría por simple costumbre. Hoy, tras años pensando que entendía sus palabras, éstas me resuenan como nunca y no puedo evitar el darle la razón. Ahora, parado en el arcén, antes de encontrarme con Ellen, intento dar con la forma de explicarle esto, que le etiquetamos y nos olvidamos de él, que lo clasificamos, metimos a Erick en una urna con su correspondiente placa y nos olvidamos de andar junto a él. No supimos ver las energías que se estaba dejando, tampoco recordamos lo que suponía esto para él. Todo estaba bien ordenado en su correspondiente vitrina, con su placa y su leyenda.

Erick no gritó pidiendo auxilio. Estoy seguro de que se limitó a mascullar algo parecido a un quejido. De todas formas, si se hubiera dejado la voz insinuando que necesitaba ayuda, la vitrina en la que estaba metido nos habría impedido oír que no era tan fuerte como pensábamos, así como ver que las rocas, por muy duras que parezcan, se hunden. Como le ha pasado a Erick. Mi inconformista amigo con alma de emprendedor. O eso creo.

Relato publicado en BCNmes Nº2, Arroz Negro.

jueves, 19 de mayo de 2011

A esto me niego.

El inconveniente es que nos hemos prohibido lanzar ideas y propuestas durante mucho tiempo. Los partidos han ido adoquinando un discurso ramplón y vacío, sin alcance de ningún tipo.

Hemos visto como cualquier propuesta que denunciara o pusiera en tela de juicio el stablishment actual o el camino al que nos dirigíamos era tildada de radical o, simplemente, ignorada.

No quiero conformarme con mover la silla de nadie, quiero que hayan cambios de verdad, trascendentes. Quiero sentir que mi vida, la de mis hijos y vecinos, aunque estos vivan a 30 000km de mí, no la manejan a 50 000km en un despacho cinco manos que sólo calculan beneficios.

Mañana, queramos o no, salga el sol o llueva, respiraremos, trabajaremos, nos formaremos, reiremos con nuestros amigos, tendremos descendencia, amaremos, nos dolerá la vida o no; pero eso no lo deben de decidir en un despacho.

Es a eso a lo que me niego.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Brotes verdes. Democracia real.

Veo con escepticismo estas protestas que están llevando a la calle a decenas de miles de personas por algo tan justo como necesario. Lo veo así porque el sistema es férreo, está blindado con la doble capa de políticos y banqueros, pero también de multinacionales, de monopolios y de habernos convencido de que la democracia era esta especie de engendro en que los tres poderes del estado están fusionados hasta la repulsión. En que la administración se hace cómplice de oprimir a sus votantes de un modo tal que Kafka se bloquearía si tratara de describirlo.

Veo con escepticismo estas protestas porque los medios no se atreven a darles crédito, estos sí que han de calcular lo que significaría hacerse eco de algo que acabara quedando en agua de borrajas porque, en este caso, no como en otros, se quedarían sin repesca con fondos públicos por parte del Gobierno de turno. Sin embargo, omitiendo información, están incumpliendo el deber que tienen para con nosotros.

Veo con escepticismo estas protestas porque nos han inoculado, en base a una educación metódica y sin espíritu crítico, que tenemos que acatar el ser tan solo los engranajes necesarios para que la única maquinaria social posible funcione, pudiendo ser partícipes de ella o quedarnos fuera. El problema estriba en que hemos delegado todo, y más, en una clase política que se ha dedicado a limitar nuestra capacidad para elegir el rumbo que queremos tomar y en qué medio queremos recorrer el camino. Carecen de discurso y de soluciones que ofrecer; tampoco tienen, ni quieren encontrar, alternativas a un sistema que languidece; y, menos aún, cuentan con los arrestos necesarios para romper unas alocuciones metódicas y vacuas con las que vanagloriarse ante sus palmeros.

Pero estas protestas demuestran que hay brotes verdes. Sí, al fin se ven aquellos famosos brotes verdes. Aunque haya sido el hartazgo, la injusticia, el paro, el sufrimiento y el desencanto, la insolencia y el despotismo del actual sistema el abono para ello, hay brotes verdes.

Es posible que el sistema sea tan férreo como parece y sólo el tiempo dirá si estos brotes verdes, encarnados en manifestantes, finalmente lograrán concedernos una tribuna a los ciudadanos para que podamos opinar sobre cual es el proyecto que queremos. No renunciamos a ser engranajes, pero debemos decidir en qué maquinaria participar. Por mi parte, quiero dejar claro que estos políticos, banqueros y lobbys no merecen seguir jugando con la vida de nadie más.

Las manos de la protesta, Oswaldo Guayasamín.

miércoles, 13 de abril de 2011

Albada

Va obrir la porta de casa, va passar al menjador, va retirar els mobles de la paret, tot sol, venia pensant-s'ho des de feia molta estona, ho tenia decidit. Va agafar les pintures de l'estudi, tot accelerat va començar a preparar diferents colors en gots, diferents textures, anava provant i provant. Dues tonalitats de grisos diferents, tres de vermell, dues de taronja, tres blaus foscos però molt ben diferenciats; també havia agafat dos pinzells i una brotxa. Va mirar-s'ho tot per comprovar que no li faltava res, ho va repassar quatre vegades, va inspirar amb força un parell de cops, i va començar una batalla sense treva amb la, fins aquell moment, impol·luta paret blanca.

La seva dona, que l'havia vist entrar, observava des de la distància aquella escena. El va observar mentre movia els mobles deixant la virginal paret a la vista, mentre corria de l'estudi al menjador, mentre preparava les pintures i, ara, mentre lidiava brotxa i pinzells en mà, com s'hi allunyava i s'hi apropava al seu enemic com si d'un boxejador s'hi tractés. Suava, s'emprenyava, remugava sense miraments.... Unes hores després, amb la dona ja dormint, s'hi va allunyar, es va asseure i va mirar durant una llarga i silenciosa estona l'albada que sempre havia somiat observar.


Aquesta entrada fa més d'un any que va ser desada (31-01-10). Dins de l'arxiu cridava i no deixava reposar a la resta de lletres.

miércoles, 5 de enero de 2011

Concurso audaces

A continuación publico la entrada con la que he participado en el Concurso RdL – Audaces 2011. 113 participantes, de los que han sido seleccionados como ganadores 3 grandes textos. Mi enhorabuena a los premiados.

Precisaba de una prueba. Constatar que el sopor podía escamparse. Imposible dar con la anestésica dosis de mimetismo, o de olvido, que hiciese llevadero cada día. Hasta el último. Y salté. Entre la niebla. Al vacío. Y, con cada pirueta, una respuesta. Tras cada cabriola, una pérdida.
Ahora, ya en el suelo, me pregunto si fue valentía o locura. Sencillo. Sólo búsqueda. Sentido. La nueva carga, y lo mucho que quedó en el salto, es menos pesada que el vacío de las preguntas sin respuesta. O vivir sin saberlo. Y el coste, pese a todo, ridículo. Perfeccionaré mi próximo salto.
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