Es común sentir que, por más gente que te rodee, la soledad es lo único que se atreve a darte calor. En ocasiones sí recibes inesperados abrazos que se desviven entre la silenciosa multitud que parece ampararte, pero es entonces cuando se añora esa solitud, la de uno sólo, la de ese único abrazo... pero, como casi siempre, nunca llega cuando se quiere ni como se anhela, pero llegará... o eso espero.