jueves, 19 de mayo de 2011

A esto me niego.

El inconveniente es que nos hemos prohibido lanzar ideas y propuestas durante mucho tiempo. Los partidos han ido adoquinando un discurso ramplón y vacío, sin alcance de ningún tipo.

Hemos visto como cualquier propuesta que denunciara o pusiera en tela de juicio el stablishment actual o el camino al que nos dirigíamos era tildada de radical o, simplemente, ignorada.

No quiero conformarme con mover la silla de nadie, quiero que hayan cambios de verdad, trascendentes. Quiero sentir que mi vida, la de mis hijos y vecinos, aunque estos vivan a 30 000km de mí, no la manejan a 50 000km en un despacho cinco manos que sólo calculan beneficios.

Mañana, queramos o no, salga el sol o llueva, respiraremos, trabajaremos, nos formaremos, reiremos con nuestros amigos, tendremos descendencia, amaremos, nos dolerá la vida o no; pero eso no lo deben de decidir en un despacho.

Es a eso a lo que me niego.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Brotes verdes. Democracia real.

Veo con escepticismo estas protestas que están llevando a la calle a decenas de miles de personas por algo tan justo como necesario. Lo veo así porque el sistema es férreo, está blindado con la doble capa de políticos y banqueros, pero también de multinacionales, de monopolios y de habernos convencido de que la democracia era esta especie de engendro en que los tres poderes del estado están fusionados hasta la repulsión. En que la administración se hace cómplice de oprimir a sus votantes de un modo tal que Kafka se bloquearía si tratara de describirlo.

Veo con escepticismo estas protestas porque los medios no se atreven a darles crédito, estos sí que han de calcular lo que significaría hacerse eco de algo que acabara quedando en agua de borrajas porque, en este caso, no como en otros, se quedarían sin repesca con fondos públicos por parte del Gobierno de turno. Sin embargo, omitiendo información, están incumpliendo el deber que tienen para con nosotros.

Veo con escepticismo estas protestas porque nos han inoculado, en base a una educación metódica y sin espíritu crítico, que tenemos que acatar el ser tan solo los engranajes necesarios para que la única maquinaria social posible funcione, pudiendo ser partícipes de ella o quedarnos fuera. El problema estriba en que hemos delegado todo, y más, en una clase política que se ha dedicado a limitar nuestra capacidad para elegir el rumbo que queremos tomar y en qué medio queremos recorrer el camino. Carecen de discurso y de soluciones que ofrecer; tampoco tienen, ni quieren encontrar, alternativas a un sistema que languidece; y, menos aún, cuentan con los arrestos necesarios para romper unas alocuciones metódicas y vacuas con las que vanagloriarse ante sus palmeros.

Pero estas protestas demuestran que hay brotes verdes. Sí, al fin se ven aquellos famosos brotes verdes. Aunque haya sido el hartazgo, la injusticia, el paro, el sufrimiento y el desencanto, la insolencia y el despotismo del actual sistema el abono para ello, hay brotes verdes.

Es posible que el sistema sea tan férreo como parece y sólo el tiempo dirá si estos brotes verdes, encarnados en manifestantes, finalmente lograrán concedernos una tribuna a los ciudadanos para que podamos opinar sobre cual es el proyecto que queremos. No renunciamos a ser engranajes, pero debemos decidir en qué maquinaria participar. Por mi parte, quiero dejar claro que estos políticos, banqueros y lobbys no merecen seguir jugando con la vida de nadie más.

Las manos de la protesta, Oswaldo Guayasamín.
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