miércoles, 3 de octubre de 2012

A despropósito de las palabras

Full Fathom Five, 1947. Jackson Pollock


Tú me preguntas y yo te respondo.

A lo que en realidad y decididamente aspiro es a desconocerte por siempre. No como a esas palabras que se acaban vaciando o de nada se llenan, paladeadas una primera vez rebosantes de sentido, rendidas a un sabor que las enarbola con opulencia... y se pierden.

Me vuelves a preguntar y te respondo que ojalá no te conozca nunca y sigas así, encarnada en todo, encarnada en nada, sin convertirte en un corsé que anudar y desanudar y anudar de nuevo según el viento sople hasta hacerlo sobrevivir a un cuerpo significado al que oprimir.

Pero insistes y yo te explico que quisiera desconocerte por siempre, sin presunciones que en pelotón se ciernan sobre mis ojos mientras yo, cegado, las escupo por mi acomodada boca, apoltronado en mi viejo y suntuoso sillón, condenándolo todo a quebrarse de puro ridículo.

Y me preguntas de nuevo y yo te digo que ojalá no te conozca y nunca reverberes como democracia en una garganta, ni te conformes con que te escriba en perfecta caligrafía como cuando se dicta pueblo sobre un papel para que otro, un cualquiera, mismamente incluso yo, pase página como si tal cosa.

Y te digo además que quiero desconocerte y me he prohibido completarte como si sólo fueses una más de esas grandilocuentes palabras sin nada. Anhelo saber sólo que la forma se esconde tras el nombre y que el nombre no es más que una botella sedienta bebiendo de boca en boca.

Ojalá no te conozca nunca.
Ojalá pudiese desconocerte por siempre.

Y ya no me preguntas nada.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Cortesanas de la noche.

Sois flechas sin su astil y sin sus plumas. Sois, de la flecha, solo su punta. Punta de dedal. Sois cortesanas de la noche envueltas en hábitos de metal oxidado. Reinas y gallardas a oscuras os sorprendéis unas pocas tras el clic del interruptor mientras otras decenas desaparecéis, en una desbandada de relámpagos, y expectantes y gallinas dais la espalda al crec de vuestras rezagadas.

jueves, 15 de marzo de 2012

Mariposa

Pocas cosas tan pretenciosas como que su aleteo inútil pueda provocar un tsunami al otro lado del mundo pueden ser desmentidas con tanta facilidad; basta, simplemente, con posar la vista sobre una mariposa para buscar un sólo instante durante el que ésta es capaz de olvidar sus vivos colores.

     Un aleteo inútil, estéril ante la más ridícula de las briznas de aire, además de ser capaz de convertir en un esperpento la hazaña de un gusano venido a más, obliga a que descartemos capacidad alguna a unas erráticas láminas pigmentadas más allá que la de embelesarnos un mísero instante.

     Capaz de lucir cuando se posa, vistosa, elegante incluso cuando viola con su larga lengua a las flores en busca de su néctar; torpe y desmañada llamando la atención en el que, puede ser, el único día en que su presunción va a brillar bajo la luz del sol.
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