Devorar, asaltar y romper
calles, plazas y esquinas
mientras mi mente yace
en su laberinto sin salida.
Presa, no del ingenuo reloj
ni del tiempo que le empuja,
sino de la razón
y del sendero que dibuja.
Alma de ti embriagada
breve, somera, lejana,
que surcas frívola
los antojos de la envidia.
Ante mí grácil, sutil
y perniciosamente varada;
huye, vuela, vete
asesina de mi calma!
(Enero 2010)
(Enero 2010)